Mirando el cartel

 

  

sábado, septiembre 23, 2006

La joven del agua

Enmarañada madeja azulada de cabellos, plantas, animales y personas en torno a la límpida faz de una hipnotizadora joven de salvadores ojos marinos, perfilada nariz detectora y sugerente boca informativa que, como orientador faro descuella entre las truculentas turbulencias de los elementos naturales, como itinerante proa abre brecha por entre los liantes sargazos de las implicaciones y derivaciones y como revelador test de manchas destaca fehaciente lo evidente de lo reiteradamente psicótico: se agota el tiempo para un final feliz.

Como alegoría, aplíquese anímicamente en nuestros días.

Como test, aplíquese políticamente a lo que sea de urna menester.

Como metáfora, aplíquese íntimamente desde el corazón a la coraza.

 

Vemos, aparentemente tangibles, los pasos del elemento que adopta la forma de su continente, dirigiéndose sobre el entramado de noble madera hacia la precursora luz azulada, metafórica fusión de desprendido líquido elemental e iluminada imaginación vital.

sábado, septiembre 16, 2006

Monster house

La imagen, deformada por una imaginada pero perceptible lente, conforma el ojo de una cerradura por la que accedemos, mirones, observadores, a la transformación de una casa en una terrorífica locomotora, chimenea a todo vapor, con la monstruosa intención de tragarse, veáse sino la puerta-boca entreabriéndose, a los tres amiguitos de aperitivo, a todo el cuadro técnico-artístico como plato combinado y, de postre, a nosotros si, hipnotizados como estamos ante la visión de la puerta que se está abriendo, no nos apartamos de su travieso vial.

"Es importante saber el destino del tren, pero más aún decidirse a subir en él", le decía el revisor del Polar Express al chico.

Pocas opciones tenemos, esta vez, como observadores, como espectadores, no estamos junto a la vía, esta vez estamos en la vía.

Ya no es cuestión de subir o quedarse, sino de seguir o apartarse.

viernes, septiembre 01, 2006

Alatriste

Sombra y luz. Manchas de color sobre un tapiz gastado.

Quiero contarte que voy de paso, dejando atrás lo pasado y encaminándome hacia lo que me ha de venir mientras vigilo el flanco descubierto.

Luces y sombras dibujan manchones sobre un tapiz desgastado por el uso y destacan mis descuidados mechones. En el ajado lienzo se aprecian las enhiestas picas de los soldados del Rey pero sus astas se pueden llegar a confundir con las mitras de la Iglesia. En mi mi desaliñado aspecto, gastado por el uso sin disfrute, no se distinguen desgarros en la ropa ni en el oculto corazón pero si bien la vista es la que trabaja, la vista es quien más engaña.

Estoy de paso, pienso que preparado para el devenir pero debo vigilar lo que he dejado de ser porque siempre hay quien no quiere que llegues a estar un paso más allá de dónde estás.

Claroscuros, en el lienzo que con descoloridos manchones y ajadas arrugas cubre mi flanco emotivo y en mi descubierto flanco diestro, realzan las contradicciones en las que me encuentro inmerso.

Avanzo pero no sé si hacia el fin o si con un fin.

Alatriste dice el crédito pero no dice que me encuentro sin noticias de Dios y que nadie se acordará de mi cuando haya muerto. Halo triste, sí; pero, francamente, mirón, me importa un bledo.