Mirando el cartel

 

  

sábado, junio 10, 2006

Plan oculto

A simple vista, sugiere un barco. Los créditos protagonistas, el título de realzado negro PLAN y azulado significado oculto y la cuña de sinopsis publicitaria dibujan la cubierta; las fotos de los tres personajes, el aspirante negociador, la abogada intermediaria y el sosegado atracador delimitan la zona de pasaje. Los tres embozados, bajo los dos personajes que miran hacia la misma dirección pero con distinto punto de vista, determinan la zona de carga. Los créditos de base, ajustados hacia el borde de la intermediaria, completan la zona de servicios internos del buque.

A simple vista, sugiere un barco escorado. Aparentemente las letras están equilibradas respecto del eje. No son las palabras las que desequilibran el mercante. Cuantitativamente, hay más personas en el lado derecho (el atracador de mirada tranquila y los tres esbozados de oculta mirada y cubiertos pensamientos) que en el lado izquierdo (el concentrado negociador). Con este reparto visible, la causa de la inclinación está en lo que no se ve. Consideramos lo tangible para la estabilidad pero lo intangible marca la deriva.

A simple vista, el origen de la inclinación se sitúa en la zona existente entre el negociador y la abogada. Por la situación de sus respectivos rostros, lo que más pesa es la parte de ellos que no está a la vista: ambición. Ese deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama que acostumbra a pesar más en quien menos tiene o, siendo estrictos, en quien menos consigue, produce la deriva de la imagen; ayudado por la posibilidad de que los que se suponen malos no lo sean tanto y acrecentado por la probabilidad de que los que parecen ser los buenos, no lo sean tanto.

A simple vista, las apariencias engañan y lo oculto pesa.

sábado, junio 03, 2006

Déjate llevar (Take the lead)

Las letras del nombre del reclamo autóctono, sobrepuestas a las cortinas del intuido escenario, adquieren aspecto de banderas ondeando al viento de los movimientos de los dos destacados bailarines: él, resaltada camisa blanca, concentrado en su pareja, eleva la mano izquierda en armoniosa sincronía mientras, como si estuviera escribiendo la coreografía, marca generosamente con la directora mano derecha la pauta del movimiento conjuntado; ella, sugerente vestido negro y seductora mirada puesta en su pareja, se deja llevar en enlazada sintonía mientras extiende invitadora su mano izquierda, la de la sincronía, al observador, invitándole a unirse anímicamente al baile, déjate llevar tú también. Unos jóvenes, mimetizados con el entorno de la pareja, observan vivencialmente su baile. A sus pies, la ciudad iluminada proyecta sus reflejos luminosos sobre las tranquilas aguas en las que el crucero compuesto por las rosadas letras del título y de los créditos parece haber fondeado.

En la tranquilidad de la noche, los sueños de los habitantes de la ciudad se conforman en el cielo. ¿Qué habría que hacer para materializarlos, para que aparecieran reflejados sobre la cristalina superfecie del agua?. El título brilla a modo de rosado faro indicativo pero sus letras tampoco se reflejan sobre el agua. ¿Será, quizá, también, otro sueño, otra ficción, otra ilusión?. ¿Otra película?.