Mirando el cartel

 

  

miércoles, junio 29, 2005

La guerra de los mundos

El mundo en su mano, una mano alienígena.

Tres dedos son suficientes para sostener un mundo en llamas recortado contra el oscuro, y nada claro, fondo mientras la venosa maleza roja se extiende desde la mano extraterreste hasta la devastada supercie terrestre.

Incluso los alienígenas construyen máquinas de guerra a su imagen y semejanza.

No hay que salir del planeta para encontrar mundos que son capaces de utilizar la maquinaria de guerra para conseguir la devastación indiscriminada de cualquier otra sociedad urbana. Unas veces se ha llamado conquista, otras colonización y últimamente liberación. En algunas de ellas, contemporáneas casi todas, la máquina de guerra empleada partía de acuerdos, o tratados, a tres bandas.

No estamos solos, ni en el espacio ni mucho menos en nuestro planeta. Hay otros mundos y casi todos están en éste. Siempre habrá quien amparado en una distancia abismal, por vacía, no por lejana, nos observe con detenimiento y acabe dirigiendo su codiciosa mirada hacia nuestro mundo para, lenta, pero inexorablemente, disponer sus planes contra nosotros.

Unas veces se es el marciano, otras el humano; pero en todas estarán las bacterias y sólo es cuestión de tiempo que el opresor sea pagado con su misma moneda, tal como H.G.Wells ya profetizó en su momento.

Un hombre pacífico no deja de ser una contradicción en sus términos.

lunes, junio 20, 2005

Primer

Necesitamos una caja más grande. Un lugar más grande en el que ubicarla y en el que, además, podamos pasar desapercibidos.

¿Qué mejor lugar que un edificio de trasteros?. Compartimentos aislados e independientes, cada uno con su persiana. Alquilas un trastero y puedes entrar y salir cuando quieras sin preocuparte de los vecinos ni del portero. Sobre todo cuando sales sin haber entrado o entras sin haber salido.

¿Qué mejor lugar que la memoria?. Un lugar en dónde siempre cabe un recuerdo más grande y en dónde puedes tenerlos juntos, todos a mano, pero aislados unos de otros. Sobre todo cuando sois varios tú; sí, no te extrañes, sois tú mismo y tus dobles.

¿Qué mejor lugar que una sala de cine?. Un lugar donde cada espectador es un compartimento aislado e independiente, con sus sentidos como persiana de acceso a su percepción. De este modo, jugando con las imágenes y los sonidos, podéis inducirle al despiste y así pasar desapercibidos si bien el mensaje subliminal queda almacenado en cualquiera de sus múltiples y variados compartimentos de memoria.

viernes, junio 17, 2005

Madagascar

A la deriva, alejados de la seguridad y de las ventajas de la gran ciudad marcada por el influjo de la buena luna, metidos en sencillos pero efectivos botes de madera, fruto derivado de los embalajes con que han sido despachados con la mejor de las intenciones, los cuatro expresivos amigos protagonistas, representantes de la vida urbanita, navegan a merced de las fuerzas de la naturaleza hasta topar con las doradas letras de Madagascar, isla que la fábrica de sueños de la animación digital les ha lanzado a modo de salvavidas.

Sin embargo, en el cartel, ni son todos los que están, ni están todos los que son; si bien la dedicación de la imagen al breve momento en que los protagonistas quedan a merced del oleaje no deja de ser un reconocimiento del vaivén anímico que zarandea la historia representada por los cuatro amigos.


La similitud existente entre el cartel alternativo y la portada del disco 'Band on the run' (1973, Paul McCartney & Wings) da paso a la reflexión sobre la delgada línea divisoria existente entre el homenaje (el guiño cariñoso al recuerdo) o la socorrida muletilla que apoye y sostenga el interés sobre lo que se está narrando.

En este caso, más parece ser la muletilla que el guiño dado que no hay demasiada relación entre los temas tratados por cada una de las obras artísticas.

Recurrir a referencias del pasado adulto no deja de ser un caramelo que se va entregando a los acompañantes del infantil público objetivo de una película de animación para mantenerles entretenidos en la butaca. Dada la calidad técnica conseguida en las producciones digitales, el empleo de estas referencias resulta un recurso pobre aplicado por quien está más preocupado de la cuenta de resultados de la división de animación que de considerar la animación como un medio de expresión con entidad propia, con métodos y técnicas propios y con historias propias que no requiere muletillas en las que apoyarse para que agrade y satisfaga, ni concesiones para que sea aceptada.

jueves, junio 02, 2005

Sólo un beso

No es sólo un beso. (¡He visto la pintada en el muro!)

No es que ambos permanezcan precisamente con las manos en los bolsillos, mirándose a los ojos y sonriendo. (¡Eh, tú!. ¿Me ayudarías a llevar la carga?)

No es que estén apoyados contra un muro construido ladrillo a ladrillo. (¿Tenía que ser tan alto?)

Sencillamente, es que un cartel así invita a entrar a ver la película. (Solos o en pareja, los que realmente te quieren, deambulan al otro lado del muro.)

Juntos, permanecemos.
Divididos, caemos.

Nota: El texto en itálica corresponde a pasajes del disco 'The Wall' (1979) de Pink Floyd.

 


Jugando con las letras del título se evidencia la procedencia de la pareja del cartel, por si el aspecto de ambos no fuera suficiente.

El muro es realmente alto. Sobrepasa a la pareja y aún se pierde más allá del alcance del cartel, tanto a lo alto como a lo ancho.

La iluminación del muro le confiere un caracter azulado, como si fuera un inmenso océano en el que las figuras de la pareja son pequeñas islas, vecinas pero separadas.

Se aprecia una fisura en el muro en el espacio que media entre la pareja. La grieta es mayor en la base que en lo alto, donde casi no se aprecia, como si las diferencias en la tierra fueran mayores de lo que son en el cielo.

Sin embargo, este efecto de fisura junto con el reducido tamaño de las figuras en proporción al espacio que ocupa el muro y rematado con el efecto visual de que las figuras no parecen estar apoyadas contra el muro, resultan una valla publicitaria en fase de cambio del anuncio contenido, a la espera de la última pasada del rodillo que acabe de casar las dos figuras.

Este cartel da demasiada información (media luna + Union Jack + muro + pareja mirándose + fisura entre ellos = la historia de amor entre un musulmán y una inglesa que intentan superar la barreras culturales y religiosas en su relación personal) y sugiere que el tratamiento va a ser casi panfletario (por dar la sensación de que se está empapelando una pared y de noche). Con estas sensaciones percibidas, por el tema y el tratamiento sugeridos, no se me despierta el interés de entrar a ver la película.