Mirando el cartel

 

  

jueves, abril 28, 2005

Steamboy

Vapor.
Más vapor y sentirás que puede ser real.
Tan real como cualquier otra que hayas visto en imagen real.

Distingue tu cultura de tu basura.
Distingue tu plástico de tu efectivo.
Distingue tu verde de tu rojo.
Distingue lo que se mueve de lo muerto.
Distingue el embrague del freno.
Distingue la línea recta de la curva.

Vapor.
Más vapor.
Tómatela como el sueño del soñador.
¿Quieres saltar dentro de esta nube de vapor?

(Inspirado en los vapores musicales de 'Steam', de Peter Gabriel)

domingo, abril 24, 2005

Código 46

El Código 46, blanco ojo en código y azul pupila en 46, media como ojo que vigila las relaciones entre los individuos de distinto sexo y se erige en muro separador que los distancia en prevención de posible contacto o mezcla que lo contravenga.

El mundo de cada individuo abarca cinco continentes, tal como el mundo de todos, pero los límites unitarios pintan los barrotes de su vida.

Él, arriba izquierda, ojos azules, mirada reservada, ocupa tres para sí mientras su mirada busca encontrarse en los ojos de los demás (más como busqueda de confirmación personal que como inquisición profesional), el cuarto está asignado al tránsito, básicamente trabajo, y el quinto, el más grande, es una prolongación vacía de una actividad profesional que circula artificialmente aislada del exterior.

Ella, abajo derecha, ojos azules, mirada franca, apenas ocupa dos para sí mientras observa el abierto entorno urbano que abarca sus otros tres continentes, en cuyo centro vaga en busca de sus sueños, con la cabeza baja pero aún entre las dos marcas esféricas que determinan los límites de su estado anímico.

Él y ella son diferentes pero no todo lo que les gustaría pues el blanco ojo y el azul pupila les acerca tanto como el blanco código y el azul 46 les separa.

martes, abril 12, 2005

Frágil

Érase una vez un corazón aprisionado entre las abigarradas fantasías de una existencia aislada en la que la fabulación había ido supliendo las carencias afectivas. Érase una vez una flor que intentaba alcanzar las nubes sin más sustento que sus propias raíces pues no había tierra que la sostuviera y alimentara. La flor, cual submarinista en un mar sin tierra, utilizaba sus dos hojas como aletas impulsoras en su intento de alcanzar la superficie del océano de soledad que estaba endureciendo el oscuro corazón atrapado entre las abigarradas raíces retorcidas por la acción del vacío medio circundante. En su ascenso, pretendidamente liberador, extendía nuevas ramificaciones para absorber savia de la vertiente masculina y de la faceta femenina mientras luchaba por vencer la fuerza de la gravedad que la atraía hacia su pasado y se esforzaba por mantener el equilibrio anímico ante los vientos de cambio que soplaban en su derredor. Con el transcurrir del tiempo, la flor de 'érase una vez' ha llegado hasta nuestros días y la encontramos asida a la palabra frágil, parte estentórea y fragosa, parte callada y sutil, orientada al dictado imperante de unas supuestas referencias de belleza, éxito y felicidad, que nos llevan a hacer cosas distintas de lo que somos con el fin de ser admirados y amados. Y colorín colorado, este cuento aún no se ha acabado.

domingo, abril 03, 2005

Sévigné (Júlia Berkowitz)

Una joven intenta, con un abrazo, encontrar ánimo, aliento y consuelo. Poco importa si la otra persona es hombre, mujer o su otro yo transmutado; lo importante es que empezará a vivir cuando deje de ahogar el dolor.