Mirando el cartel

 

  

sábado, septiembre 16, 2006

Monster house

La imagen, deformada por una imaginada pero perceptible lente, conforma el ojo de una cerradura por la que accedemos, mirones, observadores, a la transformación de una casa en una terrorífica locomotora, chimenea a todo vapor, con la monstruosa intención de tragarse, veáse sino la puerta-boca entreabriéndose, a los tres amiguitos de aperitivo, a todo el cuadro técnico-artístico como plato combinado y, de postre, a nosotros si, hipnotizados como estamos ante la visión de la puerta que se está abriendo, no nos apartamos de su travieso vial.

"Es importante saber el destino del tren, pero más aún decidirse a subir en él", le decía el revisor del Polar Express al chico.

Pocas opciones tenemos, esta vez, como observadores, como espectadores, no estamos junto a la vía, esta vez estamos en la vía.

Ya no es cuestión de subir o quedarse, sino de seguir o apartarse.