Mirando el cartel

 

  

viernes, octubre 20, 2006

La prueba del crimen

Hay quien dónde pone el ojo pone la bala... pero es un efecto buscado, sugerido; porque el ojo visible mira hacia al espectador del cartel, la mira de la pistola señala hacia el impacto en el cristal y la marca dejada por la bala (todas las balas dejan rastro) indica que el disparo ha seguido una trayectoria paralela a la mirada; ergo, le ha ido de poco al corazón. La pistola delimita áreas: la particular del crimen probado en rojo título y la familiar compuesta en claroscuros por un entorno paterno (de reprobable espalda tatuada) y un ámbito materno (asombrado por lo que está ocurriendo, viendo, oyendo y percibiendo) intermediados por unas fantasmales siluetas de halo claro recortadas contra las oscuras formas de unos edificios inclinados que se asemejan a un barco escorado a la luz lunar de la noche.

Hay quien pone el ojo dónde alguien ha puesto la bala, hay quien esgrime una pistola más como prueba que como crimen y hay quien, probado y firmado, para una película como esta nunca estará preparado.