Mirando el cartel

 

  

viernes, abril 07, 2006

Tirante el Blanco

Interesante cartel.

El elegido reparto, en sombreados rótulos lácteos, se distribuye por la sugerida, no mostrada, parte de los pechos.

La iluminación confiere al objeto de la autocontemplación características de agujero negro, punto capaz de absorber la energía visual circundante, y junto al que, en el lado derecho, en la vertiente oriental del vientre, se han escrito a modo de epitafio las palabras que constituyen la coletilla descriptiva del espíritu de la obra anunciada: "En un mundo en guerra, el arma más poderosa es la virginidad de una princesa."

El título se sostiene sobre las dos espadas cruzadas, simbólicamente representadas por las manos de los contendientes (el amor es un campo de batalla que se libra, mano a mano, en el cuerpo a cuerpo), la guerrera desplegada desde el lado izquierdo, desde Occidente, y la sensual afincada en Oriente.

La mano virginal tapa recatadamente el oscuro objeto de deseo, no dejando ver otro vello que el rubio del antebrazo.

El lugar donde aparece el nombre del director, visto en su calado de proyección, hace honor al refrán: "Quien parte y reparte se queda con la mejor parte".

El grueso de los créditos y los iconos de productores y colaboradores sirven de base estable al conjunto y ayudan a alejar la mirada de la zona baja: sabido es que la letra pequeña se asocia a contrato y el instinto animal rehuye la responsabilidad.

Discutible cartel.

La mano desnuda antepuesta a la mano en la armadura indica la disposición a ocultar a la vista del observador los detalles de lo que ahí ocurre. Esto, no sólo contradice el precepto principal de la coletilla propagandística (como no indica que sea aparente debemos suponer que es consecuente) sino que no se ajusta a lo que ocurre en pantalla pues la dudas conscientes de la princesa no permiten al guerrero alcanzar lo que tan insistentemente asedia. Por tanto, la situación de las manos debiera intercambiarse: la mano femenina debería estar en segundo plano, protegiendo púdicamente su zona púbica de la acechante la mano que, en primer plano, planea sobre ella. No es tan atractivo visualmente porque reduce la superficie de piel femenina expuesta pero se ajusta a lo que se publicita y se ofrece.

Aún en el supuesto de que la mano femenina que aparece no sea del cuerpo virginal oferente, todo puede ser y nada debe descartarse a razón de lo visto, las manos debieran aparecer en la disposición planteada en el párrafo anterior, o ¿es que el autor del cartel no ha visto el objeto de su obra?.

Significativo cartel.

Las diferencias entre lo que se publicita verbalmente y visualmente delimitan el foso que distancia la pantalla de la butaca.