Mirando el cartel

 

  

miércoles, agosto 23, 2006

Garfield 2

Hay que inclinarse ante los animales, sean de carne y hueso, sean de ficción digital, si se quiere aparecer en la fotografía sin el tronco cortado. Esta inclinación se ha de interpretar como reverente reconocimiento de su superioridad social, tanto en la vertiente de heredero príncipe del pasado más clásico como en la de mundano rey de la buena vida del presente más actual o en la del inefable amigo de pocas palabras que levanta la patita en sus dos acepciones: la seca de 'aparta que sobras' o la húmeda de 'toma agüita para que crezcas y desaparezcas de plano'.
 

sábado, agosto 19, 2006

La casa del lago

La casa del lago asocia antes con blanco y negro y ahora con color. Una luz no visible destaca los rostros y busca unificar las escalas de gris y de color, el antes y el ahora.

Ellos no se miran porque están en diferente momento pero sus miradas buscan el punto común más cercano en el espacio y en el tiempo.

Casi cegados por la luz no hay espacio para el rojo, ni contorno para prender; más pasión reposada que prendida, algo más para contar que para observar.

El viento se llevó lo que había en blanco y negro dando paso al color más colorido y colorado.

Ellos se miran porque están en el mismo tiempo y espacio.

Rojo fuego pasión entre ellos y el contorno; algo para ser observado desde una distancia prudente para no ser arrebatadoramente prendido.

¿Cómo enamorarte de alguien que no has conocido?.
¿Cómo, sino, entonces?.

viernes, agosto 11, 2006

Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto

Tómese una masa base de piratas caribeños, extiéndase oportunamente hasta conseguir un uniforme grosor consistente y espárzanse guionísticamente los tres protagonistas principales, aderezados con personajes que cubran la trama y complementados por aventuras en tierra y mar. Caliéntese el conjunto al fuego de leña generado por las dos teas de la calavera insigne, sírvase al punto estival y buen provecho para todos los que gustan de estos combinados, precocinados argumentalmente pero horneados al punto de una cuidada producción.

 

El pergamino desenrollado y los créditos adoptan la silueta de bajel pirata, reafirmado por el título rotulado en el lateral y la centrada la calavera de antorchas inflamadas, iluminadores indicativos de la segunda entrega que navega por océanos de aventuras tribales, algunas triviales, en pos de un oculto cofre deseado por quienes habitan en las profundidades marinas cumpliendo órdenes y pagando deudas, por enamorados de película que surcan los mares para poder culminar lo empezado pero interrumpido antes de ser religiosamente emparejado y por quienes habiendo escapado de una negra maldición perlada, inquisidora mirada bajo el pañuelo rojo distintivo de la jefatura incuestionada, no dudan en eludir el pago de la deuda de sangre contraída con el ventajoso amo de las profundidades; quien tampoco duda en extender sus ejecutores tentáculos para no dejar deuda sin cobrar.