Entre vivir y soñar

A la izquierda, pero ajustada al centro, en coqueta y conjuntada postura de espera, vestido movido por la brisa del cambio aunque sea a la altura de las rodillas, manos en la espalda sosteniendo el bolso de las pertenencias personales y ocultando el paso de los años, la romántica protagonista eleva su mirada hacia los imaginados ojos de su soñado, aunque se intuye que ya maduro, príncipe.
Envolviendo la romántica imagen de la figura real ante la proyección de sus idílicos sueños se encuentra el blanco fondo con el título, la coletilla promocional y los créditos; conformando un cartel que, entre vivir y soñar, plantea la evolución social y política (descrita en los dos párrafos precedentes, no presente en el cartel pero dejada ir en la película)) de la ingenua generación que saboreó el verano del 68 y que ahora ha de conformarse con vino californiano..., picado para más inri, en lugar de champán o, cuando no peor, sin nada en la nevera; no por no tener sino por no percibir que se tiene.