Mirando el cartel

 

  

viernes, agosto 11, 2006

Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto

Tómese una masa base de piratas caribeños, extiéndase oportunamente hasta conseguir un uniforme grosor consistente y espárzanse guionísticamente los tres protagonistas principales, aderezados con personajes que cubran la trama y complementados por aventuras en tierra y mar. Caliéntese el conjunto al fuego de leña generado por las dos teas de la calavera insigne, sírvase al punto estival y buen provecho para todos los que gustan de estos combinados, precocinados argumentalmente pero horneados al punto de una cuidada producción.

 

El pergamino desenrollado y los créditos adoptan la silueta de bajel pirata, reafirmado por el título rotulado en el lateral y la centrada la calavera de antorchas inflamadas, iluminadores indicativos de la segunda entrega que navega por océanos de aventuras tribales, algunas triviales, en pos de un oculto cofre deseado por quienes habitan en las profundidades marinas cumpliendo órdenes y pagando deudas, por enamorados de película que surcan los mares para poder culminar lo empezado pero interrumpido antes de ser religiosamente emparejado y por quienes habiendo escapado de una negra maldición perlada, inquisidora mirada bajo el pañuelo rojo distintivo de la jefatura incuestionada, no dudan en eludir el pago de la deuda de sangre contraída con el ventajoso amo de las profundidades; quien tampoco duda en extender sus ejecutores tentáculos para no dejar deuda sin cobrar.