Mirando el cartel

 

  

miércoles, diciembre 14, 2005

King Kong

Se me hace difícil escoger uno de entre los cuatro carteles. Máxime cuando puestos en secuencia hablan por sí solos.
 

"Yo soy yo y mis circunstancias", se justifica él.

"Excusas, si yo te contara...", deja ir ella.

"Estamos fuera de lugar", dice ella.

"No hagas caso de las habladurías. ¿Tú cómo me ves?", inquiere él.

"Hasta aquí hemos llegado", susurra él.

"¿Y ahora qué?", cuestiona ella.

Un pequeño círculo de amor con el mundo a sus pies. ¿Quién no lo haría?.

"Eh, tú.
  Me gustaría decirte unas palabras...
  ¿Sorprendido?.
  Claro, piensas que un mono ni puede hablar ni puede tener algo que decir...
  ¿Cuánto tiempo hace que no te miras en el espejo?"

El tamaño importa. Tanto que, si así anteriormente vistos hablan, en grande cantan con guitarra y grupo. Como ejemplo, tres composiciones propias y una del romántico ribereño que parece ni pintada para la escena del segundo cartel.

 

Desde el ingente pasado,
en este breve presente
y, seguro, en el venidero futuro...
sigo a mi líder.
 
Dejo atrás bosques,
reservas naturales
y adoradores circunstanciales...
sigo a mi líder.
 
El tamaño diferencia
pero no impide
captar la esencia,
la parte común
de la bella y la bestia.
 
"Cherchez la femme",
siempre se ha dicho.
¿Porqué va a ser ahora distinto?.
Abrid paso, aquí vamos,
las dos caras de la moneda:
la bestia y la bella.
 
Dejo atrás bosques,
dejo atrás versiones:
no más comparaciones.
Sigo a mi líder.

 
Todos tenemos un secreto, Sonny.
Algo que no queremos afrontar.
Hay quien dedica su vida a ocultarlo
y lo arrastra consigo en cada paso que da.
Pero llega un día que se deja,
se deja o te arrastra.
Hay un lugar dónde nadie hace preguntas,
ni hay caras largas,
aquí, en la oscuridad de los arrabales de la ciudad.
 
 
Algunos han nacido con estrella,
otros estrellados.
Perdí dinero y esposa.
No me importa demasiado ahora.
Esta noche subiré a lo alto de esa colina porque no puedo parar.
Subiré con todo lo que tengo
Vidas en el límite donde los sueños se hacen realidad o se evaporan.
Estaré sin falta y pagaré el precio
de buscar las cosas que sólo se pueden encontrar
en la oscuridad de las afueras de la ciudad.
 
  Fragmento de "Darkness on the Edge of Town"
(Darkness on the Edge of Town, Bruce Springsteen, 1978)

 
Hay un lugar para los dos,
puede que en lo alto del cielo,
puede que bajo el suelo.
 
No somos más que personajes
en una historia fantástica,
que pocos toman más allá de la pantalla,
pero eso no impide que las bases
de esta fábula urbanita se extiendan
hasta donde se pierde la vista.
 
Hay un lugar para los dos,
puede que en el cielo,
puede que en el suelo.
 
Quité la antena de radio
para tener un pedestal,
un reducido círculo,
desde el que pregonar.
Lo nuestro poco va a durar
porque de aquí, a tiros, me echarán
y concluida la escena
la televisión ocupará este lugar.
El espectáculo debe continuar.
 
Hay un lugar para los dos,
si no en el cielo,
seguro que en el suelo.

 
Me llamo Kong,
King Kong,
y yo no busqué esta situación.
Pero las cosas son así
y todo lo que empieza ha de acabar,
para bien o para mal,
¿Qué más da?.
 
Lo que más me fastidia son las comparaciones:
¿porqué mirar atrás?...
si lo importante está por llegar.