La casa del lago asocia antes con blanco y negro y ahora con color. Una luz no visible destaca los rostros y busca unificar las escalas de gris y de color, el antes y el ahora.
Ellos no se miran porque están en diferente momento pero sus miradas buscan el punto común más cercano en el espacio y en el tiempo.
Casi cegados por la luz no hay espacio para el rojo, ni contorno para prender; más pasión reposada que prendida, algo más para contar que para observar.
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El viento se llevó lo que había en blanco y negro dando paso al color más colorido y colorado.
Ellos se miran porque están en el mismo tiempo y espacio.
Rojo fuego pasión entre ellos y el contorno; algo para ser observado desde una distancia prudente para no ser arrebatadoramente prendido.
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